Fracciones - Noche de estudio

Es una noche fría y sin luna, el viento sopla fuerte moviendo los árboles y silba ferozmente. A las afueras de un pequeño pueblo, sobre una montaña, hay una pequeña casa en silencio, y dentro un solitario y joven matemático sentado frente a su escritorio, - me voy a volver loco -.

 

Sobre su escritorio, una pequeña lámpara, libros, un lápiz, un montón de hojas desordenadas, algunas en blanco y otras con garabatos sin orden aparente, y su computadora. - Necesito entender - se repetía constantemente mientras se agarraba el pelo y lo estiraba como intentando sacar las ideas de su cabeza.

 

Mientras repasaba con la vista los apuntes de sus hojas, subrayaba palabras aparentemente al azar intentando descifrar alguna idea escondida que le ayudará a entender o por lo menos a saber por dónde continuar. Suspira profundo y lento mientras cierra los ojos y después exhala con fuerza, - no entiendo nada, necesito tomar agua -. El joven se levanta, estira su espalda para no sentirse encorvado y mueve suavemente el cuello haciendo círculos, se sirve agua y regresa a su asiento. Mira sus hojas y la computadora, pero sin tocar nada, se levanta nuevamente y se dirige al baño, abre la llave y se lava las manos, se mira en el espejo sin decir nada y regresa más cansado al asiento. Se acomoda en su espacio decidido a ya no distraerse mientras se motiva internamente para continuar.

 

Clac-clac-clac-clac sonaba el teclado por intervalos cortos mientras el joven matemático empezaba a escribir ideas. Inseguro de sí mismo, tecleaba más por convicción de avanzar que por comprensión real. “Yo siempre quise ser matemático, dedicarme a la investigación, dar pláticas en universidades importantes, ganar una medalla Fields…” pensaba mientras continuaba escribiendo. Paro por un momento para tomar un libro de pasta dura y portada amarilla, leyó entre labios buscando respuestas, pero sentía que daba vueltas en círculos.

 

Clac-clac-clac-clac volvió a sonar el teclado. Su respiración era lenta y cansada y su mirada parecía perdida. “Me siento tan lejos de lo que soñé. Siento que por más que leo, no avanzo, siento que siempre me falta algo. No sé si tengo lo necesario…”. El joven sintió frío y recorrió su habitación oscura con la mirada, como buscando algo de compañía o consuelo, pero ni el silbido del viento lo salvó de sentirse solo.

 

¡Clac-clac-clac-clac! sonó el teclado con más fuerza que antes. “Realmente lo intento, siento que me esfuerzo más que mis compañeros, pero ¿para qué?, ¿para qué tantas horas de estudio?, ¿para qué tanto sacrificio?, ¿para qué tanta soledad?”, se dijo a sí mismo mientras cerraba los ojos con fuerza y apretaba los puños. ¡Clac-clac-clac-clac! su respiración se tornó pesada y agitada. “Ya no quiero sentirme así, ya no quiero sentir, ya no quiero…”. ¡CLAC-CLAC-CLAC-CLAC! sonó el teclado con más violencia. Es triste lo solitario que puede sentirse un joven matemático en medio de la noche. ¡CLAC-CLAC-CLAC-CLAC!, es frustrante el sentimiento de no sentirse capaz. ¡CLAC-CLAC-CLAC-CLAC!, es increíble lo frágil que puede ser la salud mental. ¡CLAC-CLAC-CLAC-CLAC!, es curioso que se pueda usar la misma onomatopeya para el sonido de un teclado que el sonido del gatillo de una pistola.

 

¡CLAC! - Por fin termine, ya puedo descansar - dijo el joven matemático mientras la noche fría por fin había dejado de silbar. 

Comentarios

  1. Felicidades Roberto sigue así tus logros y sueños me gusto mucho tu cuento excelente relato de ese joven que puso más que todo su esfuerzo

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  2. Está genial! Nunca había visto escrito el sentimiento que tantas noches me acompañó durante la carrera, muchas gracias🤝🏻

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  3. Definitivamente no entender las matemáticas es más divertido cuando no las entiendes con amigos

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  4. Ese Robert, ¡bien por ti bro! Gracias por compartir estas letras que emergen del silencio y se transforman en ficciones narrativas …

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  5. Muy buen cuento y relato borre muchas felicidades literalmente me transporte e imagine al joven matemático un abrazo fuerte amigo

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